¿Cuál es el evento más catastrófico que la humanidad podría experimentar?

En Verdes y Frites una vez al mes hacemos un programa especial dedicado al ambiente al que llamamos «Planeta B». Acá, junto con Gabriel Mazzei, problematizamos aquello que tiene que ver con nuestro modo de habitar el mundo, de pensarnos politicamente y de consolidar las discusiones que hacen a nuestro futuro. Hoy: Antropoceno, primera parte

El apocalipsis. Una invasión extraterrestre. El antropoceno. La posibilidad de una huella ineludible en la
historia de la Tierra, una huella que se escribe en los estratos de la litósfera. En términos geológicos, el
antropoceno podría significar una extinción masiva de vida y plantea un escenario en donde la economía
casi no tiene nada que decir ni que aportar. No hay mercado sin vida, aunque hoy nos resulte natural que
haya un mercado del hambre.
El antropoceno es, tal vez, el tema que mejor nos puede hacer reflexionar sobre el impacto de las
actividades humanas en el ambiente, la marca que hemos dejado a lo largo de la historia sin juzgar,
sin evaluar con la moral, sino desde una perspectiva geológica, casi mítica, desde la mirada de Gea. Con
el antropoceno observamos a la Tierra escribirse y es la Tierra la que dice che, hay alguien rayando mi
vientre.
El antropoceno podría ser el titular de un relato ambiente, el trazo de la pluma humana, la historia que
escribe la Tierra de nuestro paso por su faz y su profundidad. El plástico podría ser la tinta, el cambio
climático un cuento que perdurará en la memoria de las rocas y es deshielo. Los estratos de la Pacha
resguardarán los surcos humanos por el hecho de haber. Un capítulo en la novela geológica, eso plantea el antropoceno. O tal vez sea un párrafo, o una línea, como nos contaba el Dr. Julio Luis del Río en el
programa que invitamos a escuchar.


El antropoceno es independiente a ciertas valoraciones, por ejemplo, las económicas. Aunque no me
extrañaría que haya alguien, hoy o en el futuro, que ensaye una explicación económica del mesozoico y
toda la bola; y se remonte a la época de las amebas y justifique a la vida como un capital cósmico. Ahora,
fijar, tomar consciencia, asumir un cambio de época (edad, período, era, eón) desde la geología (la
comunidad científica) tiene repercusiones (o debería tenerlas) en la cultura, la gobernanza, en la relación
que establecemos con el sustrato que nos sostiene y nos aguanta. Para una gran parte de la comunidad
científica, estamos viviendo un cambio re profundo, parecido al momento en el que Copérnico se le
plantaba de manos a la percepción que gobernaba el entorno y desde siempre.
El antropoceno es como un cumpleaños de la relación Humanidad-Tierra, o como el paso de la vejez a la
muerte antes de que la vida vuelva a renacer. El antropoceno puede significar una extinción masiva de
especies, una pérdida absoluta del equilibrio, un cambio inimaginable, sobre todo por la escala temporal a la que la modernidad nos ha acostumbrado. Nuestro paso por el mundo es como un tuit en la Biblioteca de Babel, pero que podría incendiarlo todo, como en Alejandría. Pase lo que pase, la Humanidad significa un impacto en el desarrollo del planeta, en el intercambio de masa y energía. La presencia de la Humanidad altera de manera significativa el devenir de lo que ocurre en el oikos, lo que implica una responsabilidad ineludible si queremos mantener determinadas condiciones, por ejemplo, aquellas que nos permitan resguardar la familia. O sea, digamos, el 99% de todas las especies que han vivido en la Tierra se han extinguido, pero que el dato no nos quite las esperanzas de un futuro posible, aunque sea viviendo en las estrellas.


Hoy por hoy es una discusión abierta si vale o no la delimitación de una etapa (período, edad, era)
geológica “del” ser humano, como si el protagonismo nos correspondiera. Aunque algo aprendimos de
Game of Thrones: podés perfilar para el héroe ungido y terminar decapitado en la primera temporada.

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