El Estado opresor ¿es un macho violador?

En la columna “Macho dijo la partera” que sale por Verdes y Frites, sobre el rol de las masculinidades de la mano de Tincho Suárez, hoy hablamos de el Estado y el Mercado son parte de nuestra formación simbólica.

Estas son las palabras que cantan las feministas chilenas en una performance que se ha hecho viral y se ha replicado en todas partes del mundo. Lejos de negar o afirmar esta frase podemos sumergirnos en este simbolismo y pensarlo desde otras aristas.


Los abusos por parte de las personas en el poder estatal son constantes y hasta podemos decir estructurales. Quienes se suponen deben protegernos están implicados en casos de gatillo fácil, vínculos con los narcotraficantes y la trata, coimas extorsivas y un penoso etcétera. ¿Cómo hacemos si quienes te toman la denuncia son los mismos que ejercen el delito? Aún avanzando aquí, también vemos a un poder judicial que garantiza la impunidad del personal estatal.


Enumerar los ejemplos de abuso en el Estado es un trabajo interminable, pero ya podemos ir entendiendo a quienes cantan “el Estado opresor…”. Los abusos son constantes y, además, la mayoría de los cargos de poder están ocupados por varones.
La unidad forma al todo, si educamos a los varones en la violencia y la insensibilidad y los ponemos al frente de un país, éste será conducido en la violencia y la insensibilidad. Si la demostración de poder es un mandato patriarcal, la sed de poder será una constante que tiña cualquier carrera laboral. Si la cofradía masculina tiende a autoprotegerse por afinidad, lealtad, identidad, pertenencia, conveniencia y jerarquía, es lógico que encontremos casos de policías protegiendo jueces, jueces protegiendo políticos, políticos protegiendo policías y todos protegiéndose entre todos.
Pero por otro lado caracterizar al Estado como macho opresor podría ser un gran problema si lo relacionamos con una tendencia cada vez más constante: “El Estado es un problema y hay que achicarlo”.
El mercado y los políticos y periodistas neoliberales nos están enviando constantemente este discurso: el Estado gasta, despilfarra, no sabe administrar, asfixia a los pobres empresarios con sus impuestos.
Siguiendo con la lógica simbólica, el Estado más que macho violador parecería estar caracterízado por la figura caricaturesca de la esposa que le detona la tarjeta de crédito al marido. En este esquema el Mercado sería el esposo y bien podría ser el machito opresor y violador. Un mercado caracterizado por extraer beneficios económicos a cualquier costo, envenenando tierra, agua y aire y todos los cuerpos en ellos. Asesinando animales porque los ven recursos económicos o porque simplemente molestan. Explotando humanos hasta dejarlos exhaustos sin tiempo ni energía para la vida. El Estado es el único aparato capaz de regular estos abusos y crímenes. Un Estado débil poco y nada podrá hacer para impedir esto y garantizarnos a la población cierto bienestar.

El Mercado lo sabe e infunde un discurso feminizante del aparato Estatal, se hace de este simbolismo y arremete con la principal fuerza contra las mujeres: Desempoderalas.
Hace poco el Papa Francisco dijo que la Iglesia es mujer y los Ministros por eso deben ser varones. Tomando estos dichos podemos pensar al Estado, no como mujer, sino como cuerpo de mujer. Lobotomizada y operada por varones, el Estado es otro cuerpo de mujer donde extraer recursos.

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