En “Verdes y Frites” nos dedicamos a conversar de lo que nos pasa también, porque somos personas, y a las personas nos pasan cosas…
No hay terapia que solucione no llegar a fin de mes, pensar todo el día en lo que tenes en la billetera, y tener que subsistir. Pero hay algo que es peor, y es el discurso peligroso que dice que si no podés es porque no queres.
Cada vez que alguien dice que un problema no debe ser politizado, cada vez que alguien dice que no tiene nada que ver lo que a vos te pasa en tu vida, con un discurso político, lo que te están diciendo es que lo tenemos que sufrir solos y solas. Cuando alguien te dice que no politices un problema, lo que en realidad te está diciendo es “jodete” “arreglatela sola” …
La salud mental, y la relación de la salud mental con la precariedad laboral, o la excesiva necesidad del multitasking, del multiempleo, tienen que ser politizado.Se puso de moda durante un tiempo, algo que la columna pasada abordamos y tiene que ver con los discursos neoliberales y de extrema falta de consciencia de clase. Sin embargo, también algunos sectores escuchamos algo que me parece más racional:
- No necesitas un psicólogo (solamente un psicólogo), necesitas un sindicato.
La precariedad es un fenómeno multidimensional donde, además de la estabilidad y la seguridad encontramos la vulnerabilidad o indefensión, al tener menos protección y derechos laborales, tener un escaso de poder de negociación, o tener un salario escaso.
Ahora bien, las realidades no son iguales para todos y todas. Existimos y vivimos en una constante interacción que según Alfred Moffat se llaman los anillos de la marginalidad, en el cual por cuestiones meramente políticas alteran el desarrollo de la vida, y de las vidas siguientes, sin poder elegir. Y eso es político.
Hay un anillo central, el primero, en el que se genera lo que conocemos como la norma. Es el anillo donde se gesta el poder y donde existe la posibilidad de apoderarse de ese poder por las fuerzas de las armas. Es una burocracia estabilizada.
Del segundo anillo se puede salir y entrar, por ejemplo un policía que interacciona con el primer anillo, pero no lo es. Tampoco es lo mismo ser gay, que ser trava, no es lo mismo un artista transgresor que de alguna manera está contemplado dentro de este segundo anillo, que un pibe que duerme en el cajero automático (como vimos y escuchamos los dichos del precandidato a jefe de gobierno porteño Jorge Macri); Ya el tercer anillo no te da opciones de reinserción, y hay mucha cantidad de gente ahí, y muchas son mujeres.
En cuanto a la definición de la feminización de la pobreza, se trata de aquellos mecanismos y barreras económicas, sociales, culturales y hasta judiciales, que provocan que muchas mujeres se encuentren expuestas al empobrecimiento de su calidad de vida. La pobreza económica es un fenómeno de violencia estructural en el proceso de exclusión de grandes sectores de la población. Sin lugar a duda, las mujeres son víctimas de este tipo de violencia, del que son todavía más vulnerables las niñas. Aunque es duro de asumir, podemos decir que la pobreza tiene rostro de mujer.
Sin obra social, jubilación o pensión mínima, ni salario digno, no existe derecho a la vivienda, el trabajo depende de cada jornada pues no hay contrato para firmar. A veces no alcanza para terminar el mes y se tenés que pedir prestado. Deudas. No te podes enfermar porque no tenes obra social. Este tipo de trabajos suceden en diversos ámbitos y ramas. Comes poco y mal. Corres, y no llegas nunca.
En el 3er anillo ya estás en la exclusión, y no es entonces que no logras algo porque no queres, sino que hay un entramado social que no permite que funcione de otra manera, porque es necesario que sigas estando en ese lugar. En el tercer anillo: volviendo al caso de recién, un pibe que anda en la calle todo el día pero que vuelve a su casa a dormir, que tiene referencia nocturna, está en lo que se conoce como segundo anillo, pero el que no, ya queda fuera del sistema, no existe.
Los que están en el tercer anillo tienen características comunes: una trava pobre, una persona que vive en la calle, una comunidad indigena, una persona que nació en una villa, y tiene que ver con que tienen una experiencia de vida muy cercana a la muerte , y se ven muy cercanas al consumo de drogas, a conductos extremas y violentas que generalmente quienes están en otros anillos no lo necesitan, y no entienden, pero son indispensables para la supervivencia. Aunque en el primer anillo también circula el consumo, este está ligado al poder y se hace inimputable.
Estar en el segundo anillo de la marginalidad, y no caer en el 3ro que es el de la exclusión total, es una carrera de por vida, que muy pocos tienen asegurado, y que pesa directamente sobre la salud mental.
Una gran parte de los problemas de salud mental tienen su origen y/o se ven agravados, por las condiciones de trabajo y de vida. Nos encontramos ante reiteradas crisis personales de grandes masas de individuos. El sufrimiento psíquico y emocional se ha tornado una dolencia de primer orden que, si bien ha existido siempre, hoy se manifiesta en amplias capas de la sociedad, se visibiliza con mayor fuerza y acarrea graves consecuencias sociales y personales.
Los padecimientos que sufrimos y con los que convivimos son, por regla general, producto y consecuencia de nuestro entorno, de lo que nos sucede. Cualquier malestar, sea cual sea su causa y origen, tiene repercusiones en nuestra salud mental y emocional. Hay una falsa dicotomía entre psicoterapia vs organización colectiva, que nos lleva a dar respuestas que no ayudan a aplacar el malestar ajeno, aunque nuestro horizonte deba ser la articulación de respuestas colectivas que consideren la salud mental individual en el contexto de la organización social.
En muchos casos, la familia es uno de los lugares más hostiles para una gran cantidad de mujeres, adolescentes y niños/as. Es una institución condenada a reproducir a escala doméstica la ideología dominante, llegando a crear entornos de violencia de los que es muy difícil salir cuando no tienes recursos, eres demasiado joven o no tienes autonomía.
No es deseable vivir en un mundo en el que miles de personas necesitan antidepresivos para salir de la cama por las mañanas y ansiolíticos para volver por las noches. El sistema capitalista es un sistema que se mantiene, entre otras cosas, a base de crear falsas necesidades de forma permanente. Nos pone ante nosotros/as fantasías imposibles, que el mercado en lugar de satisfacer, frustra. Es una máquina de generar no sólo desigualdad y pobreza, sino también dolor, odio, violencia y opresión. No obstante, sería bastante naíf pensar que con la transformación socialista de la sociedad desaparecerán las enfermedades mentales y, como por arte de magia, todos seremos más felices.
Es necesario un plan de lucha (no es mi plan, pero lo tomé por ahí y lo incorporé):
Educación emocional para decidir, medidas sociales para no enfermar, recursos en salud mental para no morir.
La organización y la ayuda mutua son claves, para mejorar nuestra calidad de vida, pudiendo dar respuestas a nuestros problemas que, de forma individual, sería impensable hacerlo.
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