En la columna de Política Internacional, de la mano de JUAN IGNACIO IÑURRIETA, nos preguntamos: ¿En qué anda el mundo actualmente?, e hicimos un análisis y puesta en común del contexto internacional y la disputa geopolítica.
El debate comenzó por la disputa multipolar:
En todos los análisis de coyuntura desde hace varias décadas, pero que se tornó evidente en la última, se repite como elemento central del análisis el fin de la “supremacía” norteamericana, tanto en materia económica, cultural e incluso se atreven a disputarle la supremacía militar.
Por eso se habla de un tránsito hacia un mundo multipolar, en el que potencias emergentes y en alianza sobre todo en Asia Oriental, se fueron transformando poco a poco en un nuevo eje de acumulación global de capital y pelean por la hegemonía mundial..
Obviamente si analizamos esto, es imposible no hablar del ascenso de China y su ambición por convertirse en la primera potencia mundial para la década 2030, lo que la convertiría en el principal enemigo estratégico de EEUU en la actualidad. Es decir, CHINA aparece como único país capaz de poner en jaque la hegemonía de EEUU a través de proyectos como la “nueva ruta de la seda” o sus crecientes vínculos comerciales en África y América Latina.
Cada vez es cada vez más difícil que una sola superpotencia o grupo de potencias pueda intervenir decisivamente en la agenda global e imponer de manera unilateral ya que la composición del poder mundial se encuentra más repartida y es cada vez más compleja.
Tenemos que pensar que estas potencias y sus aliados poseen un poderío militar que, combinado, y de desatarse una guerra mundial, poseen la capacidad de terminar con la vida en el planeta. Por esto evitan un conflicto abierto – directo y la disputa geoestratégica se focaliza en regiones de interés y la pelea se desarrolla de forma híbrida o difusas, lo que se llama guerras no convencionales.
En líneas generales, podemos afirmar la decadencia de la hegemonía norteamericana, pero eso va a llevar bastante tiempo y no debemos subestimar su agresividad y su capacidad de respuesta global.
Además, después de la caída del muro de Berlín, el capitalismo logró imponerse como el único sistema político-económico viable más allá de las distintas resistencias a nivel global. Por eso lo que se disputa actualmente, no es solo la supremacía económica sino el modelo civilizatorio imperante.
Pero… ¿Qué pasa en América Latina?
Estamos en un momento en el cual el “horizonte global no está definido con claridad” y nuestro continente no es ajeno a eso.
Álvaro García Linera (ex vicepresidente de Bolivia y uno de los intelectuales del llamado socialismo del siglo xxi), afirma que América Latina vive una nueva oleada progresista en la que los nuevos gobiernos, a diferencia de la primera oleada, no son emergentes de un ciclo de lucha de masas sino que surgen luego de una contraofensiva neoliberal y que tampoco se avizoran liderazgos fuertes y carismáticos como los anteriores.
En América Latina nos enfrentamos a próximos años a un vaivén político “de ida y vuelta” entre gobiernos de corte progresista y otros de línea neoliberal/conservadores, un proceso que ya vive actualmente la región a partir de los diversos resultados electorales vividos en países como Argentina, Chile, Ecuador, Bolivia, Brasil y Colombia.
Ello hace que tengan más limitaciones que los gobiernos de las décadas de los 2000 y 2010. Esto hace que esta nueva oleada tengas diferentes características más cercanas a la moderación.
García linera dice que los problemas que ve en las administraciones de corte progresista como de Lula en Brasil y Gustavo Petro en Colombia, que “la segunda oleada es territorialmente más grande, pero políticamente menos densa“.
“Hoy los liderazgos son más administrativos, menos rupturistas, y los problemas son distintos a los que enfrentamos en la primera oleada progresista: el covid, el repliegue de las cadenas de valor, la crisis mundial, una derecha más violenta contra la igualdad. Entonces, esta segunda oleada está defendiendo derechos más que ampliándolos“
La conclusión general es que el escenario sigue muy abierto a pesar de los avances y que la agresividad de los norteamericanos, hoy relativamente menor, aún existe. “América Latina sigue siendo un terreno en disputa. Y que el progresismo que solo se dedique a defender los logros de la primera oleada es un progresismo débil y detenerse en las reformas es ceder. Y solo se consolida si avanza, no si se queda quieto. Un progresismo moderado es un peligro porque fortalece a las fuerzas conservadoras“.
Por otro lado, no debemos pensar que la influencia China es buena en sí misma, pero al menos por el momento, la estrategia de los chinos coincide con las de los progresismos/nacionales y populares en latinoamérica. La multipolaridad y la relativa independencia de las potencias para hallar un sendero de desarrollo parece ser la ubicación geopolítica de los gobiernos progresistas/ de izquierda en la región.
La realidad indica que la resistencia al neoliberalismo, en todas sus expresiones, rindió frutos y que, pese a sus limitaciones y condicionamientos, la oleada actual puede abrir un nuevo momento político en América Latina.
Análisis de Juan Ignacio Iñuirrieta
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