En Verdes y Frites una vez al mes hacemos un programa especial dedicado al ambiente al que llamamos «Planeta B». Acá, junto con Gabriel Mazzei, problematizamos aquello que tiene que ver con nuestro modo de habitar el mundo, de pensarnos politicamente y de consolidar las discusiones que hacen a nuestro futuro. Hoy: Vos sos el límite
No vamos derecho al hueso porque antes, como siempre, un repaso de rigor.
El por qué de Planeta B: estar preparados, preparadas, preparades para lo que vamos a escuchar de
la política y el discurso, si es que escuchamos algo. La retórica que puede estar vacía de contenido,
o que puede confundir conceptos, bla. Dentro de poco se vienen los debates presidenciales. Guardi.
El tratamiento que se le da al ambiente en los medios es una cuestión ambiental porque la palabra
hace al medio. ¿Trabalenguas? Un cartel gigante de Pato Bullrich, una gigantografia de 6 o 7 pisos
colocada en la calle principal de Quilmes, acompañada de Quejeiro, es contaminación ambiental. El
discurso de odio es contaminación ambiental. ¿Quiénes son las voces autorizadas? ¿Por qué el
lenguaje de la hegemonía es el discurso economicista? Milei le quiere poner un precio a todo,
incluso a los órganos. Guardi con eso también, que si el cuerpo es mercancía… Milei sostiene que la
naturaleza humana es económica. Guardi con eso también, que los cuerpos son ambiente.
La humanidad se/le ha sumado otras dimensiones, como la moral, la cultural, la política, la palabra.
Nos colocamos en el lugar de quien relata en tanto somos quienes enunciamos y damos sentido, con
la palabra, a las cosas. Por eso se habla de biocentrismo y antropocentrismo que la derecha y la
izquierda no es lo único que importa. De hecho, hubo muchas derechas que transitaron el camino de
Krishna, destructor de mundos, o que se justificaron con el mito del brazo de Arjuna, como explica
Žižek, mitos que, a priori, no clasificaría dentro del antropocentrismo occidental. Pero la estoy re
flashando o es madera para otro mambo o mambo para otra madera o lo que sea.
Si asumimos al lenguaje como un territorio, como un terreno, un campo físico, el campo semántico
de la realidad llamemoslé, ¿la Naturaleza tiene otro lenguaje, aparte del humano? ¿La Naturaleza
nos habla? Y si lo intentara, ¿se intenta comunicar consigo mismo en tanto naturaleza humana? ¿O
es objeto puro que no se dice?
Entonces decimos valoración. Entonces la forma de entender y relacionarnos con lo que hay, de
darle sentido a lo que nos rodea, también se aplica, como bien decía Lourdes, a otros seres, a los
cuerpos que nos rodean. Esto de usar y tirar, entonces, también es contaminar el cuerpo ajeno de
malas vibras ¿y no darle valor? Si el amor es reciclable, la verdad que desconozco.
¡La crisis está en la valoración!
Decimos que (algo sabemos) el ambiente es el medio físico en donde ocurre la vida y los procesos
de transformación de materia y energía. Nuestro cuerpo es un medio habitante que no deja de ser
ambiente. Cuidate los oídos y las narices entonces, que contaminar nos cuesta caro, nos pega en la
salud si la calle es un caos y no paramos un poquito.
Dos claves sueltas para que sigamos dimensionando el nivel de pedo de la Humanidad:
- La valuación económica habla más de las preferencias de las personas economicistas que del
valor-en-sí de la Naturaleza. - Los sujetos/objetos de valoración (plantas, animales, ecosistemas) no pueden expresar sus valores.
Estas dos últimas oraciones son fe de erratas.
Les dejaría todas mis notas, pero temo espantar o estar flashando.
En la radio charlamos sobre desarrollo y crecimiento. Les invito a escucharnos. Y si no les pinta
hacer click en el play porque te pinta seguir leyendo, ahí te va un texto reciclado de una columna
anterior, “Tensiones entre ecología y economía”, original de un blogcito que tengo, que dice
así: “supongamos que le damos rienda suelta al Capitalismo (al economicismo neoliberal
utilitarista): lo primero, claro está, sería ponerle precio a todo.
Supongamos que le ponemos precio a todo.
Cuando digo “a todo” me refiero a todo: al agua, los ríos, el médano, desiertos, la vida, tu cuerpo y
el mío.
Supongamos que le ponemos precio a cada átomo que existe estableciendo su valor monetario
según el elemento de la tabla periódica. El oro vale tanto, el litio vale tanto. Supongamos que le
ponemos precio a cada parte del cosmos. ¿Cuánto cuesta un kilo de agua? ¿Cuánto un gramo de
cianuro?
Tu cuerpo es un compendio de minerales, de moléculas y elementos; más o menos el 70% es agua.
¿Cuánto cuesta un kilo de agua? La densidad del agua es, más o menos, un kilo por litro. Es decir, si
vos pesás 100 kg, sos 70 litros de agua. Sí, sí, agua: H20.
¿Cuánto cuesta una Levité de Manzana? ¿Cuánto una Paso de los Toros? ¿Cuánto sale un litro de
agua embotellada? ¿100 pesos? ¿1 dólar?
Si tu cuerpo fuera una roca, serías una muy mala inversión. Para el Capitalismo no valdrías casi
nada. Si una pala mecánica te recogiera del piso para extraer los metales preciosos de tus neuronas
serías el equivalente a una miseria. Imaginate tu cuerpo sin vida en una cantera gigante, perdida en
el medio de la Patagonia, junto a un millar de otros cuerpos extraídos. Calculá cuánto vale tu cuerpo
muerto para la megaminería.
¿Cómo harías para tasar tu alma? ¿Lo harías según su peso?
Vos sos el límite del Capitalismo.”
Imágen: Juan Soto (Revista Anfibia)
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