El caso de Darthes nos permitió confiar en que puede ser condenada una figura pública, y no queremos menos que eso.
El fin de semana pasado, el periodista Alejandro Alfie compartió en su cuenta de Twitter cinco testimonios de mujeres que contaban que habían sido acosadas sexualmente por Pedro Brieger, periodista y sociólogo argentino, titular de la cátedra de Sociología de Medio Oriente en la Universidad de Buenos Aires y Director de Nodal, un medio digital especializado en periodismo internacional y latinoaméricano.
Este martes, otras dos periodistas se sumaron a la ola de denuncias que se venían conociendo. “Ver que somos tantas (es increíble la cantidad de casos) y sentir un fuerte acompañamiento, me quitó el miedo y por eso estoy acá contándolo”, relató Leticia Martínez de El Destape y dijo que ella fue una de las que, al principio, denunció en off, sin dar su nombre. “Le pedí hacerlo de forma anónima porque simplemente tenía miedo (también vergüenza)”, agregó.
Martinez fue una de las cinco voces que desataron las acusaciones que ya superan la decena, aunque no todas las han hecho públicas en sus redes aún. Le contó al periodista Alejandro Alfie que cuando tenía 25 años entrevistó a Brieger, por entonces ya un referente del periodismo de política internacional. Lo conocía de la universidad, de cuándo había sido su profesor de Sociología de Medio Oriente en la UBA. La citó en el edificio donde hacía radio en ese momento y cuando estaban solos en un pasillo se masturbó frente a ella, pese a sus pedidos para que se detuviera. No lo hizo.
Más tarde, María Laura Carpineta también de El Destape aseguró que sufrió “un caso de acoso“: “Agradezco a las que salieron a denunciar porque me hicieron dar cuenta q no haber tenido claro este abuso de poder hace casi 20 años o hasta hace unos días no es algo para tener vergüenza, sino para superar”.
Alfie también había relatado el caso de la periodista Cecilia Guardati, la ex corresponsal de la agencia de noticias Télam en España, quien en 2008 cubrió la gira de la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner a África. Contó: “En Túnez, nos avisaron de Presidencia que iba a hablar Cristina Kirchner, después de la cena. Brieger me dijo que no podía ir y me pidió que le pase el audio cuando volviera de ese encuentro. Como colega, yo no tenía ningún problema“. Fue hasta su habitación del hotel, la puerta estaba entreabierta y desde adentro él le hablaba mientras se masturbaba bajo la sábana, según recuerda.
Los otros tres casos pertenecen a otra periodista, que pidió no ser nombrada y que compartió programa de radio con él, la presentadora Agustina Kämpfer y una trabajadora de la Universidad de Belgrano, donde Brieger dio clases. Una vez que se conocieron sus historias, Marcela Perelman, directora de Investigación del CELS, también escribió en su Twitter: “1. El escándalo del día es cierto. A mí también me pasó con él. 2. Es un asco que los varones reaccionarios, varios de ellos conocidos acosadores también, traten de sacar beneficio de esto. Circulen. 3. Sería mejor que el periodista no inicie ninguna causa contra ninguna. Somos muchas”. Según Alfie, Brieger lo amenazó con demandar a él y las que lo denunciaron si publicaba las acusaciones.
Brieger negó las acusaciones. Según informó Alfie, “las autoridades de Grupo Indalo le dijeron que se tome unas largas vacaciones, mientras resuelven su situación”.
En redes sociales, hay quienes más que acompañar a estas mujeres, preguntan por qué no denunciaron antes. Las personas denuncian cuando pueden y no cuando quieren o cuando suceden los hechos, en este caso para muchas fue importante darse cuenta que no estaban solas.
“Cinco chicas somos la punta del iceberg de la cantidad de mujeres que fueron víctimas de PB, con casos que arrancan desde mediados de los ’90. Me da pánico pensar cómo el miedo, la vergüenza, la manipulación, entre otras cosas, nos paralizaron tanto tiempo, pero acá estamos”, tuiteó la periodista Leticia Martínez.
Como en el caso de Alperovich o de Darthes, muchas veces se vuelve difícil denunciar cuando la persona tiene poder y es respetado en su ámbito de trabajo. Sobre todo cuando del otro lado no hay una Justicia que actúe en favor de quienes atravesaron la situación de violencia o una sociedad que las escuche.