Aquí Maby Sosa, desde Argentina. Como toda persona que vive en este país, durante estas semanas no puedo dejar de pensar, hablar, debatir y preguntarme sobre las elecciones primarias presidenciales que se realizarán el próximo domingo.
Estas elecciones transcurren el mismo año en el que el país cumple 40 años ininterrumpidos de democracia. Una democracia que no significó solamente la posibilidad de votar y de elegir (en lo posible) nuestros destinos políticos si no que implicó también el fortalecimiento de luchas populares. Y, sobre todo, la construcción de paradigmas basados en los derechos humanos.
Fue de ese modo como se logró el enjuiciamiento a los genocidas y represores de la dictadura, se buscó y se restituyeron los nietos apropiados y, fundamentalmente se ampliaron derechos. Así también fue como nacieron y crecieron las luchas de las personas LGBT durante esos primeros años de democracia. En 2010, con 27 años de democracia, la ley de matrimonio igualitario y dos años después, la , fueron dos fuertes muestras de la construcción política y colectiva de la comunidad LGBT.
Esos logros permitieron un crecimiento en términos de representación que no se refleja en las listas electorales. Algo similar pasa con la participación de las mujeres en términos partidarios, pero eso lo dejaremos para otro newsletter o para otras elecciones.
Elecciones 2023
“No queremos que hablen por nosotrxs”, “tenemos que estar en los lugares de poder”, “queremos que se escuche nuestra voz”.
Las frases son parte de las respuestas de algunxs de lxs candidatxs que participaron del relevamiento de candidatxs que estamos realizando desde Agencia Presentes en todas las provincias para conocer cuál es el estado de situación electoral del colectivo.
Según el informe Participación Política del colectivo LGBT+ en 2021, en las listas presentadas a nivel federal no todas las provincias habían incluido alguna persona LGBTI+ y el número de candidaturas había sido bajo.
“En las categorías de senadores y senadoras nacionales en 2019 fue de un 0%. En la categoría de diputados y diputadas nacionales, alcanzó un 0,6% y en la de gobernadores y gobernadoras, un 0,15%. La tendencia mejora en algunas categorías como las legislativas locales (legislaturas y concejalías) pero sigue sin alcanzar el 1% del total”, consigna ese informe.
Hoy la situación no ha mejorado. Ante las primeras indagaciones, en algunas provincias (Corrientes, Mendoza, San Juan y Catamarca, por ejemplo) la respuesta es la misma: “Nooo esta provincia es muy conservadora. Acá casi no hay candidatos LGBT”.
Nuestro relevamiento indica que sí hay, pero atravesados por muchas variables, una de ellas está vinculada con la visibilidad de su orientación sexual. Otra, es el lugar que cada espacio político destina para candidatxs de la diversidad.
En ese sentido, sólo uno de los precandidatxs a presidente se refirió a un tema de la agenda LGBTI+. Fue Juan Grabois quien habló de una plena aplicación del cupo travesti, trans y no binarie. Esa inclusión en la agenda de campaña está relacionada con el apoyo del político por parte de sectores feministas y LGBT.
Hay mucho para analizar en este contexto. Entre todas las preguntas que me surgen se destaca la de pensar insistentemente en qué momento de la democracia estamos si nos dejamos ganar por los “discursos anti” y no brindamos posibilidades para la participación de un colectivo tan importante como el LGBT.
También me pregunto hasta cuándo los espacios de poder decisión política van a estar escindidos de las construcciones populares y colectivas.
Estas elecciones tuvieron estas características. Habrá que esperar dos años para ver cómo se plantea el nuevo panorama electoral.
Cobertura e investigación realizada por AGENCIA PRESENTES
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