Editorial – Nota de opinión: Luciano Gasparini – 18 de Junio 2023
Hoy está instalada la idea que la juventud en la actualidad se expresa mayoritariamente a favor de ideas liberales-libertarias, cuyo principal expositor político es Javier Milei. Este imaginario construido cuenta con tres elementos centrales: 1- la capacidad económica y simbólica de los medios privados de comunicación de construir sus propias ideas como una realidad en un sector importante de la población, 2- el hecho que el neoliberalismo y su culto al individualismo es una cosmovisión que ha penetrado fuertemente en la sociedad y se desarrolla en prácticas de la vida cotidiana, y 3- la búsqueda de las clases dominantes de disputar el sentido político de la “juventud”.
1) La juventud no es libertaria, pero hay que mejorar las condiciones de vida
Para refutar esa idea instalada por medios de comunicación es importante destacar la nota de Alejandra Dandan para Página 12, titulada “¿Es verdad que los jóvenes apoyan a Javier Milei? La encuesta que desnuda el mito” cuyo link es el siguiente: https://www.pagina12.com.ar/551338-polarizacion-milei-la-vacante-que-deja-cfk-y-un-antidoto-ant. En la misma se retoma un estudio realizado por el Grupo de Estudios de Desigualdad y Movilidad del Gino Germani, dirigido por Eduardo Chávez Molina, en el que a través de una encuesta nacional se demuestra que la principal identidad política (que no es lo mismo que el voto) entre las y los jóvenes entre 18 y 23 años es el kirchnerismo con un 32,1%, mientras que un 21% de jóvenes se identifican como libertarios. A su vez indica que entre las mujeres jóvenes del mismo rango etario crece la identidad kirchnerista (alcanzando un 40,4%) y cae la identificación con las ideas libertarias (10,5%).
Podemos quedarnos cómodos diciendo “los medios mienten” o en cambio podemos tratar de abordar la situación de por qué los medios lograron instalar esa idea de que la juventud es libertaria. El mismo estudio nos indica que entre las y los jóvenes trabajadores precarizados el 37,7% se identifican con las propuestas de Milei. Entonces, no es solo la capacidad económica y simbólica de los medios hegemónicos, sino que también hay condiciones materiales que permiten la construcción de los relatos. En contraposición, entre los trabajadores manuales calificados los libertarios son el 14,2% y los que se identifican con el kirchnerismo el 40,9%. Es evidente que la estructura social impacta en el desarrollo de las identidades políticas y que cualquier proyecto político emancipatorio debe generar mejores condiciones de vida en su pueblo para tener arraigo social.
2) Aspectos generales de la juventud actual
Antes de avanzar hacia el debate sobre el sentido político de la juventud es necesario realizar algunas aclaraciones pertinentes que sirven como diagnóstico.
En primer término, es importante decir que en la actualidad es más correcto hablar de “juventudes” en plural que de “juventud” en singular. Esto se debe a que no es lo mismo analizar la situación, los debates y las problemáticas que atraviesan las y los jóvenes de sectores medios que las y los de sectores populares. Tampoco es igual si al análisis se cruza la variable de género. Entonces podemos advertir que existe una fragmentación social, con sujetos sociales diversos que poseen múltiples características.
Esta fragmentación social es actualmente también una fragmentación política. Existen las “juventudes territoriales”, el “movimiento estudiantil”, el “movimiento feminista”, el “movimiento sociambiental”, todos ellos protagonizados por las y los jóvenes. Hay muy valiosos esfuerzos militantes por intentar vincular y articular las diferentes luchas y programas. Pero lo cierto es que hoy no podemos hablar de “la juventud”, entendiendo a esta no como una masa homogénea sino como la unidad construida entre estos diferentes actores y actrices sociales juveniles, lo que se vuelve una tarea central para el campo nacional, popular y latinoamericano.
Un actor juvenil trascendente en la historia política argentina es el movimiento estudiantil. Este se encuentra desmovilizado desde el 2018, año signado por enormes luchas en defensa de las Universidades Públicas ante el vaciamiento educativo promovido por el gobierno macrista. Aquellas jornadas de lucha se tradujeron en el triunfo en elecciones de centros de estudiantes por parte de agrupaciones del peronismo y la izquierda. Hoy la tendencia es la inversa: un contexto de desmovilización estudiantil que conlleva un proceso de crecimiento del brazo estudiantil de la UCR, la Franja Morada. El reformismo universitario es una corriente histórica y la fuerza mayoritaria en las universidades nacionales por lo que no es casualidad que sea la más beneficiada con el retroceso del movimiento estudiantil.
Juventud divino tesoro
La posibilidad de los medios de decir sin ruborizarse que los jóvenes son libertarios, la fragmentación social y política de la juventud, así como la desmovilización del movimiento estudiantil está directamente relacionada con la falta de un proyecto político que enamore a las y los jóvenes. Este año electoral, donde lo que se discute es el destino de nuestro país, es necesario que las fuerzas del campo nacional, popular y latinoamericano tomemos dimensión de la importancia de relanzar un proyecto que entusiasme a las pibas y los pibes, que las y los ubique en el centro de la escena, las y los vuelva protagonistas y las y los invite a luchar por una patria libre, justa y soberana.
La resistencia en los ’90 a la avanzada neoliberal y la rebelión popular de diciembre del 2001 fueron impulsadas por jóvenes que se volcaron a la militancia política y social para construir un proyecto de vida junto al subsuelo de la patria. Esas luchas son las que generaron las condiciones necesarias para el ascenso y el desarrollo del proceso político dirigido por Néstor y Cristina entre los años 2003 y 2015. Este proceso, más alla de sus limitaciones propias y externas, tuvo como uno de sus elementos fundamentales la disputa contra los grupos económicos concentrados para la construcción de un modelo económico basado en la soberanía nacional. Para ello promovió la participación política de diferentes actores y actrices sociales. Se desarrolló un proceso de creciente politización social cuya base social principal eran las y los trabajadores y la juventud. Este fenómeno propició que miles de jóvenes se sumen a la militancia generando un crecimiento de las corrientes políticas más progresivas de la sociedad argentina, el peronismo y las izquierdas. Se revitalizó el campo nacional y popular al retomar las banderas históricas del peronismo: el sueño de una Argentina grande y una Latinoamérica unida se volvió el motor de una nueva generación militante. Por eso el peronismo kirchnerista pese a la estigmatización, las injurias, la persecución, la proscripción y el intento de asesinato de su principal dirigente, Cristina Fernández de Kirchner, es la identidad política mayoritaria del país.
Se vienen por delante años de resistencia en nuestro país. El FMI es un ancla para el desarrollo nacional y debemos combatirlo. Para esta enorme batalla primero tenemos que ganar las elecciones. Debemos relanzar un proyecto político que genere esperanza en el pueblo y un candidato o una candidata que despierte entusiasmos en la militancia popular en general y en la juventud militante en particular. Hay que volver a enamorar a las y los jóvenes, que son nuestra base social y hoy se encuentran amedrentados por la crisis económica y social. Ellas y ellos deben ser las y los protagonistas porque son el presente y el futuro de nuestro país.
Las clases dominantes comprendieron el papel central de la orientación política de la juventud. Por eso disputan y luchan por hegemonizarla. Detrás del relato que la juventud es libertaria se encuentra un hecho más fundamental: buscan erradicar el sentido transformador que tuvo históricamente la juventud argentina. Es tiempo entonces que el campo nacional, popular y latinoamericano reafirme la importancia estratégica de contar con una juventud revolucionaria para desarrollar su proyecto histórico de liberación.