Editorial – Nota de opinión: Diego Joaquín Sastre – 28 de Mayo 2023
El primero de Marzo de 2016 Mauricio Macri, recientemente elegido presidente de la nación, se dirigía a la apertura de sesiones legislativas en medio de una Buenos Aires indiferente y semidesierta. Al advertir la soledad en medio de la cual se movía la caravana presidencial soltó la frase “Qué lástima, feo día. Mucha gente que habrá querido venir y por la lluvia no salió”. La frase como muchas otras que le siguieron a lo largo de su mandato, quedó como recordatorio sarcástico de la poca capacidad de enamorar a la gente que tiene el macrismo en particular y la derecha en general, además de su casi nula (aunque siempre inflada por los medios) capacidad de movilización.
La foto (y la película) del acto que se realizó en Plaza de Mayo el 25 de Mayo, muestran una realidad completamente opuesta y marcan al menos 3 elementos que deben ser tenidos en cuenta:
- El movimiento popular argentino cuyo gran ordenador es el peronismo está atravesando un momento muy difícil, pero está vivo y dispuesto a dar pelea.
- La líder indiscutida de ese movimiento es Cristina y va a tener un rol central en el escenario que se viene.
- La potencia mostrada no puede estar al servicio de un nuevo proyecto indefinido en el mejor de los casos o contrario a los intereses populares.
- La lluvia:
Hay una imagen que es ineludible para aquellos que tenemos el corazón a la izquierda y en América Latina, esa imagen es la del 4 de octubre de 2012, con el Comandante Chavéz cerrando su campaña presidencial. Chavez estaba muy enfermo y sabía que venían tiempos difíciles para el pueblo venezolano, sabía que después de su partida intentarían destruir su obra, quebrar la organización popular y recuperar los privilegios de unos pocos.
Este último 25 de Mayo se produjo una imagen similar. La lluvia, la movilización popular y un liderazgo fuerte, poniendo en el pueblo exultante que concurre a verla, la fe en el futuro. No podría haber sido escrito mejor, una especie de repetición histórica constante que intenta vencer ese fatalismo latinoamericano sobre el que tanto se ha teorizado. Sin embargo hay muchos elementos divergentes, siendo el más importante de ellos que Cristina está viva por obra de la providencia o de un inexperto manejo de arma. Cristina está viva física y políticamente y sin dudas tiene un rol que cumplir en los próximos años.
- El heredero:
Aquí es donde siguen las divergencias. En la elección de su vicepresidente, Chávez, luego de mucha pelea interna y suspenso, decantó por el sindicalista Nicolas Maduro por sobre el candidato de la rama militar (columna vertebral del chavismo) Diosdado Cabello. La transferencia de liderazgo fue clara y la orden del comandante fue ordenarse detrás de Maduro para lo que venía. El movimiento popular venezolano cumplió y aún en los momentos más difíciles, la alianza civil militar se mantuvo sin fisuras.
En el caso argentino, la situación se presenta más difícil, luego de 4 años de gobierno del FdT el peronismo se encuentra desordenado y el movimiento popular disperso, tratando de encontrar en el escenario electoral un canal para sus demandas largamente postergadas. En ese escenario el acto del día Jueves toma especial relevancia. Si bien solo habrá una gran electora en el peronismo y esa es CFK, habrá también arduas negociaciones hasta llegar un consenso sobre quién encabezará la fórmula. Por otro lado, es claro que quien encabece la lista no heredará a Cristina como líder del movimiento popular a pesar de las manifestaciones a favor del “trasvasamiento generacional” de la Vicepresidenta.
- El movimiento popular:
La militancia congregada el dia de la patria en Plaza de Mayo volvió a corear el inevitable “Cristina presidenta” no porque tenga “rasgos de monarca” como dijo la siempre elocuente y siempre equivocada Beatriz Sarlo, sino porque el pueblo no olvida a quien no lo traiciona y eso fue ratificado por la misma Cristina desde el escenario “Yo soy del pueblo y de acá no me muevo”. Ahora bien, la potencia y la capacidad de movilización desplegada, no puede ser puesta al servicio de una estrategia que ya probó ser equivocada. Si el movimiento popular desea avanzar en sus reclamos y su agenda, debe militar por una candidatura que lo exprese y lo contenga.
No hacen falta los números de 45% de pobreza o de 60% de pobreza infantil para saber que el crecimiento económico de las post pandemia se lo llevaron “4 vivos”. Esto sumado a los altos índices de inflación y las nulas políticas redistributivas complican las chances electorales de cualquier candidato que se identifique con el actual gobierno. Son estas razones y no un metafísico “avance de la derecha” lo que complica las chances electorales y enrarecen el clima social.
Sobre esas variables trabaja constantemente la derecha y la ultraderecha y sobre esa realidad montan sus ideas. Es deber de la militancia y el movimiento popular construir una candidatura que no solo “enamore” sino que también esté fuertemente ligada a un programa que resuelva en el corto plazo las necesidades urgentes de nuestro pueblo para poder planificar sobre esa base el desarrollo y la soberanía nacional.
Nos encantaría poder tirar nombres y realizar cálculos electorales, pero la realidad es que no hay muchas más certezas que las expresadas más arriba en este escenario. Sin embargo es oportuno señalar que no hay renunciamiento ni resignación en las decisiones tomadas por CFK en estos últimos meses. Las teorías de “está cansada y además quisieron matarla” o de “quiere cuidar a su familia y retirarse de la política” no tienen asidero en la realidad, tanto en 2015, 2019 y 2023, Cristina quiere que el peronismo gane y pone en juego todo lo que tiene (que es mucho) al servicio de esa estrategia como quedó demostrado en la plaza el jueves pasado. La mayor diferencia es que en esta última Plaza de Mayo colmada propuso una serie de puntos que tiene que ver con recuperar lo mejor de los 12 años de gestión kirchnerista y no un tibio candidato que sirva de palanca para ganar las elecciones. Cualquiera que sea el candidato -en caso de ganar- deberá respetar ese programa si no quiere experimentar el poder de la manera que lo hizo Alberto Fernandez.
Imagen destacada: es la que usó Cristina en su cuenta de Twitter.