Editorial – Nota de opinión: Diego Joaquín Sastre – 05 de Enero 2025
Que la crueldad está de moda ya no es una novedad: hoy se puede abrir Twitter -devenido en X-, y encontrar videos de hombres siendo decapitados por algún motivo religioso o un drón en una guerra en europa del este haciendo estallar por los aires a un soldado conscripto desconocido y al lado gatitos y recortes del partido del domingo. La continua desensibilización impartida desde medios hegemónicos y redes sociales manejadas por
multimillonarios, consolidada en la década pasada, dió sus frutos en forma de un gusto por la crueldad, la violencia y la deshumanización del “otro” y hay pocos “sujetos” que pueden considerarse más ajenos a nuestro mundo que aquellos que viven en la calle.
1 – Los comandos de “La Feliz”: Una política cruel. En los últimos meses, el municipio de General Pueyrredón ha puesto en marcha un dispositivo destinado a “limpiar” la ciudad de “fisuras”, “ranchos”, “delincuentes traídos por
Grabois y Miriam Bregman” y demás epítetos que el Intendente repite desde sus redes sociales. Atrás quedó la imagen de tipo bueno y honesto que hablaba de “laburo” y una ciudad productiva. Guillermo Montenegro decidió cultivar el perfil “peluca” ejercitando la crueldad y la deshumanización, diciendo malas palabras y teniendo constantes exabruptos en sus declaraciones y sus conferencias de prensa. El operativo pensado para limpiar la ciudad consiste en un grupo de trabajadores municipales de la secretaría de seguridad, EMSUR y otras dependencias que se dedican de día y de noche a levantar a la gente en situación de calle, robarles sus cosas y hasta golpearlos en caso de que se presente algún conflicto. En “La Feliz” es parte del paisaje ver a las camionetas de la patrulla municipal pasar llenas con las cosas de las personas que habitan la calle, desde colchones y frazadas hasta buzos, zapatillas, mochilas y demás elementos. La existencia de este dispositivo no es ningún secreto; el mismo Montenegro lo publica con orgullo en su twitter e incluso, hace algunos días, se ganó el repudio por un video insólitamente cruel en el que a unos de los trabajadores municipales se le escucha decir: “Se acabó el diálogo” y “Levantate porque sabés cómo termina”. Este tipo de situaciones que el intendente publicita son solo la punta
del ovillo de todo tipo de violencia y vejaciones a las que estas personas en situación de calle están expuestas, sobre todo por las noches.
2 -¿Personas? Una política ilegal: No es el objetivo de esta nota, de ninguna manera, hacer una análisis profundo de las circunstancias amplias y diversas que llevan a alguien a vivir en la calle, pero tengo al menos dos certezas. La primera es que las principales causas de la situación de calle son la miseria y la exclusión planificadas. La segunda es que, aún viviendo en la calle, las personas siguen siendo personas con sus decisiones y errores, con sus causas penales y sus contravenciones, con sus esperanzas y derrotas, con la exclusión y la violencia pero sobre todo con sus derechos, esos que el Estado debe tutelar. Además de la larga lista de derechos que el Estado no garantiza a esta población, existe una política activa de vulneración del derecho a la propiedad privada que quienes viven en la calle en Mar del Plata sufren todos los días. Empleados municipales roban pertenencias de los ciudadanos (porque, además de personas, son ciudadanos), desde elementos de trabajo como baldes y esponjas para ganar algún mango lavando autos, hasta las zapatillas, mantas y colchones. El gobierno municipal apoya su accionar en la ordenanza 4544 art 135: “Será penada con multa del 0,25 al 50 por ciento, y/o decomiso, y/o arresto hasta 10 días, la ocupación indebida o antirreglamentaria de lugares en plazas del Partido.” No hace falta ser un jurista experto para darse cuenta que el espíritu del legislador que redactó este artículo no era la de instruir a un comando de empleados municipales que actuaran de madrugada, con pasamontañas ( y, próximamente, armas “no letales”), levantando y golpeando gente que duerme en la calle. En la misma ordenanza, dos artículos más arriba (133), se consigna que “será penado con multa del 0,25 al 50 por ciento, y/o arresto hasta 10 días, el estacionamiento de vehículos en las aceras.” Obviamente ningún vecino de Parque Luro que deja el auto sobre la vereda espera que un empleado del EMSUR, con pasamontañas, lo amenace con golpearlo para que lo mueva, ni mucho menos que lo obligue a dejar las zapatillas y el buzo “por pasarse de gil”. No está dentro de los límites legales que el gobierno municipal haga cumplir las ordenanzas de esta manera, por lo cual hacerlo implica
la comisión de delitos asociados con ese accionar.
3 – Recursos humanos y económicos. Una política cara: Otra de las modas que se impusieron en el último tiempo es la de medir todo en función de lo que cuesta. Podría decirse que si Protágoras viviera hoy, ya no afirmaría que el hombre es la medida de todas las cosas, sino que ahora ese lugar lo ocupa el dinero. Por esa razón,
es imposible ignorar que, en término de los resultados conseguidos, el dinero invertido en la conformación, preparación e implementación de esta “solución” constituye una mala utilización de los fondos públicos. Cada operativo nocturno cuenta con cuatro camionetas Toyota Hilux y un automóvil Volkswagen Bora Blanco, en los que se desplazan entre 15 y 20 personas, rastrillando constantemente el centro de la ciudad hasta altas horas de la
madrugada. A esto se le deben sumar los sueldos de todas esas personas, a los que debe agregarse la nocturnidad, las horas extras, el combustible que implica tener esos vehículos funcionando toda la noche y además los 60 millones de pesos de la primera licitación de las armas no letales que no tienen otro fin más que reforzar este dispositivo ilegal. Además de la carga onerosa que este despliegue implica para el municipio, el costo humano también es considerable. El intendente, además de generar violencia hacia la gente en situación de calle, expone al personal municipal a situaciones en las cuales no debería intervenir ya que exceden cualquier CCT vigente en cualquier sector de la municipalidad. La necesidad política del intendente de mostrarse “fuerte” expone a la sociedad marplatense a la violencia y al conflicto. Por supuesto que esta mención a lo que se expone al personal
municipal, no lo exime de su comportamiento ni de la sistematicidad con la que maltratan a las personas durante el día y especialmente en la noche.
4 – El éxodo. Una política inútil: Corresponde ahora analizar cuáles son los resultados de este despliegue económico, humano y material. En cada intervención, el personal municipal se encarga de despertar a las personas, quitarles los elementos que les permiten dormir (y, en ocasiones, otras pertenencias) en algún cajero automático o zaguán, dejándolos en esas condiciones el resto de la noche. No hay ninguna intervención posterior. Varios de los relatos de las personas que sufren estas situaciones dan cuenta de que luego que el personal municipal se retira, quedan vagando en las calles céntricas donde se dan situaciones de consumo de distintas sustancias, vandalismo y demás situaciones problemáticas. Aquellos que ya conocen el dispositivo y no desean estar expuestos a sus consecuencias eligen otros destinos menos céntricos para dormir llegando a las avenidas Champagnat, Constitución, Patricio Peralta Ramos, Jara, etc. Siguiendo la lógica argumental del intendente, este dispositivo tiene por fin limpiar la ciudad de delincuentes peligrosos que usurpan el espacio público y deben ser “erradicados”. Sin embargo, sí Montenegro persigue ese fin, está fracasando estrepitosamente. Esta política no contribuye a disminuir la cantidad de personas que duermen en la calle, no disminuye los ilícitos cometidos y ni siquiera “libera” el espacio público. El único propósito de esta política cruel, cara, ilegal e inútil es fortalecer el perfil “duro” del intendente y del gobierno municipal, pensando en adaptarse a los tiempos que corren y en su futuro político. La gestión del Estado municipal y la mejora de las condiciones de vida, trabajo y esparcimiento de los y las marplatenses y batanenses están en un segundo plano. Y si hay alguna duda de esta afirmación, basta con mirar las redes sociales del intendente y sus principales colaboradores.