Editorial – Nota de opinión: Rosana Cassataro – 10 de Septiembre 2023
Tengo 47 años y vine a vivir a Mar del Plata cuando tenía 4, o sea, soy marplatense: siempre salgo con un abrigo por si las dudas. Cada 4 días potentes de calor, necesito unas nubes que afojen el rayo del sol. Y no hay nada que no pueda calmar esa línea de horizonte lejana que nos muestra el mar.
También puedo identificar claramente la mirada ajena, de la del habitante marpla. ¿O me van a decir que nos sentimos representades por la rambla, los alfajores Havanna y el teatro de revista?
¿No somos también las plazas de los barrios con las murgas ensayando? La calle Castelli acordonada de esos montes de pasto, las callecitas biri biri del Grosellar? ¿Champagnat y sus rotondas. Las avenidas largas que cambian tres veces de nombre como Polonia-Jara-Tejedor. Las lomas de la 88 camino al Boquerón. Los galpones desolados del puerto. Los amaneceres en la playa, los mates en Varese, o el atardecer con lucecitas de la loma de Paso?
Pero también las noches de cantata en los bares, las peñas, las ferias de Plaza Rocha, las giras milongueras, los 25 de mayo en Acanti, las mosaiquistas siempre tramando una para intervenir la vía pública, la comunidad del sur tan hermosamente conectada con la pacha, les pibes raperxs, les grafiteros que no paran de darnos alegrías. El movimiento cirquero. Las actividades de las bibliotecas barriales. Les teatristas y la cantidad de obras de teatro que nos muestran lo que somos, como espejos que se dejan ver sólo cuando te va cayendo la ficha. La cantidad de marplatenses que escriben!! y editan!! Tengo una estantería de la biblioteca haciendo fila para ser leída…
Sé que mi enumeración también es sesgada por mis vivencias y lugares transitados en esta Mar del Plata que creció un montón desde mis 4 años. Y que para poder construir una identidad marplatense necesitaríamos de todes ustedes completando las enumeraciones. Porque la identidad se construye colectivamente, con la mayor cantidad de miradas, modos y formas posibles.
La cultura es todo esto que nos une. La cultura es lo común. Articular todo esto que pareciera crecer por generación espontánea es necesario. Porque sabemos que, cuando una comunidad desarrolla, practica, explora los símbolos que la representan, los valores que la guían, la identidad en la que se reconoce, se fortalece. Cuando le da importancia a su cultura no la convierte en un espectáculo, una mercancía para consumo instantáneo y fugaz a la carta para el turista.
Porque, mis querides compañeres, yendo al hueso de este asunto, quienes pretenden recortar siempre por este lado, el de la cultura, lo que realmente buscan es que no podamos construir nuestra propia identidad.
Cuando no sabés quién sos, cuando los vínculos y las redes comunitarias se obstaculizan, sos más fácil de manipular. Perdés el eje y desconocés cómo cuidarte. Y en una de esas, te encontrás votando a la derecha porque la pegaron en un color o un frase hecha.
Es una paradoja de las derechas, este interés tan fuerte en recortar sobre lo que dicen no considerar “tan importante”, a la vez que censuran de forma inmediata las representaciones que van en contra de eso que intentan instalar: la mirada ajena sobre nosotres mismes.
Juntémosnos, hagamos carteles, pensemos cantitos para la marcha, intervenciones en los semáforos. Armemos una ronda que resista este embate. Porque todavía no es un hecho la fusión de la Secretaría de Cultura en el Ente de Turismo. El Consejo deliberante tiene que avalarlo con su voto. Resistamos este embate pero por sobre todas las cosas, usemos el poder de nuestro voto en octubre.
PH: Qué Digital