¿Qué saldo nos deja la victoria de Donald Trump en Estados Unidos?

Editorial – Nota de opinión: Omar Eduardo Groisman – 17 de Noviembre 2024

Podemos afirmar que la victoria de Donald Trump en las elecciones americanas eran el final de una crónica anunciada, aunque la encuestas dijeran otra cosa y hablaran de una paridad en la intención de voto, lo cierto es que la victoria del republicano fue clara y contundente obteniendo 312 electores frente a los 226 de su oponente demócrata.

En la cantidad de votos totales la diferencia no fue tan grande: solo dos puntos arriba de Kamala, pero si comparamos los números con los de hace 4 años la caída de los demócratas se observa mucho más nítida: Harris sacó 8 millones de votos menos que Biden. Por su parte, el republicano sumó dos millones de votos en estos cuatro años y más de 13 millones de votos de los que obtuvo en 2016 cuando derrotó a Hillary Clinton. La participación electoral fue en crecimiento en estos períodos.
Digo que el resultado era anunciado porque la cuesta abajo del partido Demócrata se acentuó cada día más durante los cuatro años del mandato de Joe Biden que no cumplió con las expectativas que el electorado había depositado en él. Es más, esta campaña arrancó con el todavía inquilino de la Casa Blanca buscando su reelección, pero los bajos números de su candidatura obligaron al partido a reemplazarlo por la todavía Vicepresidenta.
Tarea difícil, porque la misma era parte de un mal gobierno en materia económica, pero también de un gobierno que metió a la OTAN en la guerra contra Rusia, amén de apoyar incondicionalmente las atrocidades de Netanyahu en Gaza, Líbano, Siria… y donde se les ocurra. Obviamente, la candidata no pudo despegarse de todo eso. Tampoco creo que quisiera hacerlo; en última instancia era la candidata del establishment.

Frente a esto el republicano encaró su campaña prometiendo el final de la guerra de Ucrania. Retomó el acercamiento que durante su gobierno tuvo para con el líder ruso con quien había establecido fuertes lazos durante su gobierno; Trump sabía que lo peor que podía hacer era en materia de política internacional echar a Putin en los brazos de Xi Jinping, cosa que hizo Biden, porque la alianza estratégica de los dos iba a perjudicar notablemente a los Estados Unidos. El resultado de la política de Biden fue que Rusia, a pesar de las fuertes sanciones económicas (también deportivas) con las que fue castigada, se convirtió en la primera economía europea y la cuarta del mundo, tras China, Estados Unidos y la India.
Aquí se puede ver un claro fracaso de la política demócrata en el concierto internacional, sobre todo, porque obligó a Rusia a buscar nuevos aliados y a fortalecer los lazos que tenía con los países con los que ya venía conversando. Así, los Estados Unidos contribuyeron para que su viejo oponente forjara fuertes lazos con India, China, Turquía, Bielorrusia, Irán y un gran número de naciones emergentes que están, o buscan estar, integradas en los Brics, el acuerdo que forjó junto a China, Brasil, India y Sudáfrica, hoy ampliado a más de una decena de países. También prometió el fin de la guerra en Próximo Oriente, teniendo varias conversaciones con el primer ministro israelí al que instó a que concluya su “trabajo” en la Franja de Gaza antes que asuma su segundo mandato.
En el terreno económico, Trump prometió la reactivación de la industria automotriz, entre otras, tal como lo hiciera en su periodo anterior, cuando incrementó la producción de vehículos nacionales poniendo nuevamente en marcha “la cuna del motor” de los Estados Unidos, en Detroit.
Make America Great Again, es la consigna que puso en marcha con la esperanza de devolverle a los norteamericanos la creencia de que todo es posible en suelo americano. Con esfuerzo pueden lograr que sus sueños se hagan realidad, reza una vieja aspiración en ese país.
Frente a esto, la candidata demócrata solo pudo hacer hincapié en cuestiones de derechos, terreno donde Trump viene muy flojo de papeles, ya que sus propuestas no solo incluyen recortes por todos lados, sino que además se tiene un discurso excesivamente hostil con las llamadas “minorías”, que en realidad no son tal, sino que reflejan una forma distinta de vivir. Derecho al aborto, derechos de los inmigrantes, de los ciudadanos de color, de aquellos y aquellas que tienen una sexualidad distinta para Trump son demonios a los cuales no registra ni tiene en cuenta, amén de ser blanco de sus constantes ataques y menosprecios. Particularmente, todavía recuerdo el asesinato de un ciudadano afrodescendiente, George Floyd, en Minneapolis, Minnesota, a manos de un policía blanco y que causó un gran revuelo, no solo en Estados Unidos, sino en el mundo entero.

Intentó Kamala Harris diferenciarse de Joe Biden en temas económicos, afirmando que lo que ahora venía era su administración y que la misma no iba a ser como la actual, pero, bien no pudo desprenderse del todavía mandatario americano o bien no le creyeron mucho al pedir la confianza de los electores. No había demostrado nada. Tampoco pudo desprenderse de las dos guerras que en este momento está viviendo el mundo. Recordemos que Harris es la representante más directa del establishment americano, que es el que controla la mayor producción de armas en el mundo y al que la guerra le viene muy bien ya que es una fuente cada vez mayor de ingresos.
Creo que haber hecho agua en materia económica hizo que todo su esfuerzo resultara vano. Si bien es cierto que su designación levantó algunos puntos los votos que al final obtuvieron los demócratas, no fue suficiente. Además, el cambio de candidato creo que fue tardío. Recordemos que el primer debate electoral televisivo entre el candidato republicano y el demócrata tuvo como protagonistas a Donald Trump y a Joe Biden.
Ahora, siendo Trump el ganador, se abren un montón de preguntas. ¿Será capaz de reactivar la economía de los Estados Unidos? ¿Deportará inmigrantes de forma masiva? ¿Pondrá punto final a la financiación de la OTAN (una importante promesa de campaña)? ¿Terminará la guerra contra Rusia? ¿Habrá paz en Oriente Próximo? ¿Cómo va a encarar la “guerra comercial con China”?
De momento, su intención de que Benjamín Netanyahu pusiera punto final a la aniquilación del pueblo palestino no va a ser así. No tiene ninguna intención el israelí de finalizar dicha guerra; los suministradores de armas, tampoco; el poder económico de Estados Unidos, menos. ¿Y Donald Trump? Creo que siendo tan amigo y aliado de BN y de lo peor de la derecha en el mundo… ¡Mucho me temo que tendremos que seguir viendo como un pueblo es aniquilado, diezmado, destrozado!
En cuanto a la guerra en Europa, se ve con claridad que el establishment no tiene ningún interés en que esta llegue a su final. En primer lugar, porque le daría una victoria formidable a Rusia y políticamente sería una terrible derrota para los Estados Unidos, no solo en el plano militar, que ya lo es, sino también en el político. Rusia se enfrentó a 32 países de la OTAN y no pudieron doblegarla.
Todo esto plantea un gran interrogante ¿se enfrentará Trump a los poderes reales de su país o aceptará que las cosas (guerra) sigan su curso? ¿Si continúa la guerra, podrá lograr que Estados Unidos “se amigue” con Putin o irán a un enfrentamiento cada vez mayor?” Pareciera ser que el Establishment está dispuesto a enfrentar militarmente a Rusia, China, los Brics y a todos los que pongan en duda su supremacía, pero ¿siguen ejerciendo ese rol? ¿Harán que el conflicto se siga extendiendo (recordemos que Corea del Norte ya envió tropas a Ucrania)?
Son muchos los interrogantes y son muy grandes los bretes en los que se verá el próximo gobierno.
Por lo pronto, nombraron a un ultraderechista muy conocido, Marco Rubio, senador por Florida, como Secretario de Estado, en lo que pareciera ser un claro intento de demostrar que las políticas anti derechos tendrán una fuerte presencia a partir de enero 2025. Otro de los ministros designados es el empresario Elon Musk, que para muchos representa un lumpencapitalismo que se desempeña en el mundo de las redes y ataca, justamente, lo que Trump más defiende: la producción nacional.
A todo esto, ¿qué puede esperar el gobierno de Javier Milei de su idolatrado Donald Trump?
Creo que no mucho, tal vez alguna quita menor de la deuda externa o alguna prebenda, pero poco más. Estados Unidos está atravesando una caída muy fuerte como imperio y recorta gastos más que nunca. No puede, por tanto, acudir en ayuda de países tercermundistas que, además, considera su patio trasero.