En el marco de la 18° edición de la Feria del libro de Mar del Plata, la Dra. Silvia Sleimen y el Lic. Andrés Vuotto reflexionan sobre la dimensión social y democrática de las bibliotecas. La situación apremiante que el sistema de bibliotecas municipal presenta es consecuencia de una marcada ausencia de una política local que haga hincapié en el fortalecimiento de los distintos agentes de inclusión que tiene el Estado.
El próximo viernes 6 de octubre se iniciará la 18° edición de la Feria del libro de Mar del Plata. En esta oportunidad, la Municipalidad de General Pueyrredón ha decidido utilizar el Centro Cultural Osvaldo Soriano, vale decir, la sede de la Biblioteca Pública Leopoldo Marechal, para instalar la Feria. Se trata, eminentemente, de una actividad comercial, con algunas presentaciones adyacentes.
Consideramos que enajenar un espacio de biblioteca, la más importante del sistema público local, para colocar una feria, constituye una instancia más del vaciamiento que la gestión municipal viene llevando a cabo respecto de la Cultura.
Resulta indispensable rescatar la dimensión social y democrática de las bibliotecas. La primera base moral de los profesionales de la información reside en la Declaración Universal de los Derechos Humanos que en su artículo 19 postula el libre acceso a la información y el derecho a la libre expresión de las ideas. Desde la última reforma constitucional de nuestro país, los tratados internacionales de derechos humanos tienen rango constitucional.
En este sentido, las bibliotecas son espacios de formación ciudadana, de defensa de las minorías, custodios de las singularidades culturales, centros activos en el compromiso con la disminución de la brecha digital, la pluralidad de ideas y la formación democrática, y sus trabajadores profesionales son constructores y garantes de estas instancias.
Tal y como ha expresado Nino Ramella en la sesión pública del Concejo deliberante del pasado 18 de septiembre, en su intervención en la Banca 25, el diseño y gestión de políticas culturales no resuelve por sí mismo los problemas de pobreza estructural que padece nuestra ciudad, pero sí contribuye en modo central “al diseño de una nueva realidad y a construir ciudadanía”.
¿Cómo lo hace? La palabra clave es acceso. Que, en este contexto, se concreta en la posibilidad de proveer bienes que sirvan para la formación de las personas, información de calidad para su vida cotidiana, el desarrollo de programas educativos y culturales como jornadas, talleres, charlas, actividades para niños y adultos y espacios recreativos que ofrezcan posibilidades de disfrute, entre otros recursos. Estas acciones fomentan la inclusión social al proporcionar oportunidades de aprendizaje y participación.
La desigualdad significa aquí, por ejemplo, que algunas personas acceden desde su casa, desde sus dispositivos a un universo cada vez más impresionante de recursos. Otras, en tanto, o carecen del dispositivo y conectividad o no cuentan con las herramientas formativas para poder usarlos en todo su potencial. Entonces la gestión cultural adquiere un papel central como democratizadora de oportunidades.
Que toda la comunidad pueda contar con recursos culturales en similares condiciones depende, en este caso, de que las autoridades municipales generen políticas que atraviesen todos sus organismos con un hilo conductor que piensen en incluir y dar acceso. Archivos, bibliotecas, hemeroteca y museos, con todos sus productos, sus servicios y sus propuestas dispuestos en función de reducir brechas, interactuando con los demás actores y gestores culturales locales detrás de un mismo objetivo.
Para ello, debe contar con instalaciones adecuadas, equipamiento actualizado, materiales bibliográficos vigentes, internet en todos los espacios, personal con capacitación permanente, dimensiones todas que dependen de su asignación presupuestaria que, a su vez, constituye una parte de esa política.
En cambio, las autoridades de la Municipalidad eliminan la Secretaría de Cultura, vacían la biblioteca para realizar actividades comerciales, no contemplan presupuestariamente el espacio, cierran instalaciones, el personal profesional que se jubila no es repuesto y la lista sigue. En definitiva, desfinancian y niegan su potencial igualador.
La situación apremiante que el sistema de bibliotecas municipal presenta es consecuencia de una marcada ausencia de una política local que haga hincapié en el fortalecimiento de los distintos agentes de inclusión que tiene el Estado, que se enfoque en la construcción de competencias para las habilidades blandas e igualdad de condiciones para la producción, distribución y uso del conocimiento como un recurso fundamental. El acceso a las bibliotecas constituye una importante ventaja, además, para quienes cuentan con esa posibilidad, en la denominada economía del conocimiento.
Como expresara nuestra graduada Marisa Diez, seguiremos luchando para que Mar del Plata cuente con una gestión que trabaje políticas de integración y acceso, que enhebre actores y recursos, en la búsqueda de una sociedad más democrática, en la que todas y todos sus integrantes accedan del mismo modo a los bienes y servicios culturales.
Dra. Silvia Sleimen, Directora del Centro de estudios en Ciencia de la Información y Documentación
Lic. Andrés Vuotto, Director del Departamento de Ciencia de la Información
Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Mar del Plata