El 4 de abril de 2007, el docente fue asesinado durante una protesta que su gremio, la Asociación de Trabajadores de la Educación de Neuquén –ATEN- realizaba en Neuquén.
Tenía 40 años cuando le dispararon en la ruta 22, a la altura de la localidad de Arroyito, en el marco de la manifestación que los docentes realizaban para reclamar mejoras salariales al gobierno provincial de Jorge Sobisch.
Carlos Fuentealba estaba en el asiento trasero de un Fiat 147 cuando el policía José Darío Poblete tiró una granada de gas que traspasó el vidrio del auto impactando en la nuca del docente y causándole hundimiento de cráneo.
Fue llevado de urgencia a un hospital, lo operaron dos veces pero murió al día siguiente.
El hecho conmocionó al país y terminó con el sueño presidencial de Sobisch, quien compitió electoralmente en octubre de ese año con el escritor Jorge Asís como compañero de fórmula y apenas sacó el uno por ciento de los votos.
En 2008, el ex cabo primero de la Policía de Neuquén, Poblete, fue condenado a reclusión perpetua por haber sido el autor material del disparo que dio muerte al maestro.
Sobisch ha evitado la acción de la Justicia, pese a ser sindicado como el responsable político del crimen.
Luego de un largo derrotero judicial de la causa paralela conocida como Fuentealba II, en noviembre de 2021, el juez de Garantías Lucas Yancarelli dispuso que sean sometidos a juicio oral ocho policías acusados de participar de la represión que causó la muerte del docente.
El 16 de marzo de 2023 seis de los ocho efectivos fueron declarados culpables de los delitos de “abuso de autoridad” y “abuso de armas” por el Tribunal Penal de Neuquén.
El exjefe de la policía de Neuquén Carlos Zalazar, el exsubjefe Moisés Soto, el exsuperintendente de Seguridad Metropolitana Adolfo Soto, el exjefe del Departamento de Seguridad Metropolitana Jorge Garrido y el exdirector de Seguridad Mario Rinzafri fueron culpados por “abuso de autoridad”, mientras que el policía Benito Matus fue hallado responsable de “abuso de armas”.
En este contexto de tanta hostilidad, la imagen de Carlos Fuentealba se sostiene erguida en la lucha por la educación, y el trabajo digno.