La Antártida debe ser de esos escenarios naturales que sorprenden y maravillan en cada visita. Y cuando se viaja allí por primera vez las emociones deben ser mayores. El licenciado en Biología Maximiliano Hernández cuenta a Citecus que desde el avión ya pudo observar “la inmensidad de un terreno blanco y montañoso, con un mar de témpanos”. Y que esa panorámica mejoró durante el viaje en helicóptero desde Base Marambio a Base Esperanza. Lo que más maravilló al biólogo fue observar la enorme colonia de pingüinos.
“Verla tanto desde el aire como desde la tierra es una imagen que difícilmente podré sacarme de la cabeza. Nunca había trabajado con pingüinos”, comenta Hernández, quien describe su encuentro con el continente y con los pingüinos como “increíble e inigualable”.
Hernández es uno de los tres biólogos marplatenses, junto a Jésica Andrea Paz y Aylén María de Prinzio, que en los últimos meses realizaron su primera campaña científica en Base Esperanza, en la Antártida, para realizar estudios sobre aves marinas. Los tres integran el Grupo de Vertebrados del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMyC) de Mar del Plata, perteneciente al CONICET y la UNMDP. El director del grupo es Marco Favero, quien realiza viajes a la Antártida desde hace 37 años.
La llegada de los jóvenes científicos marplatenses al continente blanco fue el domingo 12 de noviembre a bordo del avión Hércules. Aterrizaron en la Base Marambio y, luego, se trasladaron en helicóptero a la Base Esperanza.
La doctora en Biología y becaria posdoctoral del CONICET Jésica Andrea Paz recuerda sus emociones al arribar por primera vez a la Antártida: “Fueron muchas emociones juntas y muchas expectativas que fueron superadas por completo. Soy una privilegiada de poder haber trabajado allá y conocer ese increíble lugar. No esperaba encontrarme con tanta nieve en la base a esta altura del año. De hecho, no es lo habitual, pero creo que es una de las cosas que más me gustan del paisaje. En la base nos esperaba mucha nieve y viento. Lo más impactante fue comenzar a ver desde el helicóptero los témpanos de hielo, los glaciares, las montañas y, obviamente, los pingüinos”.