La ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, presentó un “un recurso de queja” y de esta forma busca llegar a la Corte Suprema de Justicia para que el máximo tribunal se expida en torno a la causa de los alimentos. Cabe resaltar que ya hubo varias instancias judiciales en las que diferentes jueces rechazaron los recursos de amparo presentados por la dependencia comandada por Pettovello.
Así fue que tanto la Cámara Penal como Casación no dieron lugar a los pedidos realizados por Capital Humano.
Es claro que la intención del Ministerio es la desarticulación de las organizaciones sociales, eso lo podemos ver no solo en las políticas llevadas adelante por este Ministerio, sino también por las distintas iniciativas que este Gobierno impulsó (como por ejemplo ese famoso casi toque de queda que en la ciudad de Buenos Aires se estableció en el momento en que se habilitó por primera vez el protocolo antipiquetes, y ese protocolo en su totalidad).
Durante su paso por la Secretaría de Niñez de Nación, Joaquín De La Torre vociferaba puertas adentro que los movimientos sociales tenían fecha de vencimiento y era en junio pasado. En poco menos de siete meses pretendían dar de baja una de las representaciones más importante que se han construido en el país en lo que hace a la discusión de la pobreza y el desempleo. Si bien lograron avances, como por ejemplo disminuir la masividad de las movilizaciones, el cometido propuesto pareciera volverse distante o al menos entrar en un letargo sin un punto de llegada fijo.
De todas formas, hay que ver como resuelve la cuestión alimentaria, uno de las diferencias que Pettovello mantenía con De la Torre, ya que este último entendía que los movimientos planteados eran muy abruptos y debían ser procesuales. Al día de hoy y ante un eventual aceleramiento de la crisis social, si Capital Humano pretendiera atender la conflictividad distribuyendo millones de alimentos a las barriadas populares no podría hacerlo sino es a través de las organizaciones sociales y algunas iglesias. Como quedó demostrado y habían advertido los movimientos, intentar hacerlo a través de la red Conin constituyó un verdadero fracaso.
Desde los movimientos sociales analizan la etapa como de reacomodamiento a una nueva etapa de acumulación y lucha. A su vez, empiezan a notar como él “hay que darle tiempo” empieza a perder fuerza en las barriadas, sin que esto implique necesariamente una traducción hacia mayores niveles de movilización y lucha, por lo menos en el corto plazo.
La discusión que atraviesan las organizaciones ronda en torno a si se llegó al piso de la caída o si este se puede perforar aún más. El rumbo de las judicializaciones y la fortuna que tengan las medidas del ministro Caputo, son determinantes en uno u otro escenario.
La presión devaluatoria del campo y el consiguiente aumento inflacionario, así como la indiferencia que viene mostrando el FMI, parecieran rumbear el barco de Milei hacia una coyuntura de mayor inestabilidad. El aceleramiento de los tiempos de la crisis pareciera arrinconar al gobierno antes dos salidas posibles; profundizar el ajuste y soportar la que venga, o entrar en un pragmatismo político económico que le permita navegar la tormenta con mayor estabilidad en el corto y mediano plazo. La moneda sigue en el aire, el tema es hasta cuándo.